Dicen los estudiosos que la fama del queso de Cabrales no es nueva ni moderna. Y que su forma de elaboración y sus bondades gastronómicas viene de antiguo. Su origen está relacionado con los largos meses que los pastores pasaban en los altos pastos de montaña junto a su ganado, habitualmente entre marzo y octubre, desde que la nieve dejaba ver la hierba para que el ganado se alimentara hasta que volvía a taparla. En esas circunstancias, el queso fue la solución para el aprovechamiento de la leche en periodos largos de tiempo. Picos de Europa, en Asturias, es un territorio rico en cavidades y fue su almacenamiento en pequeñas cuevas, con unas determinadas condiciones de ventilación, temperatura y humedad, lo que acabó por alumbrar un queso con Denominación de Origen desde 1981. Seguimos su aroma para adentrarnos en este territorio.

LA VISITA A LA CUEVA-EXPOSICIÓN

La primera visita debe llevar a Arenas de Cabrales, concretamente al barrio Cares, donde se encuentra esta cueva-exposición en la que podrás adentrarte y conocer de primer mano las singularidades que han hecho de este queso uno de los productos más destacados de la gastronomía asturiana. El recorrido por ella es guiado y a lo largo de él se explica pormenorizadamente todo el proceso de elaboración del mismo, además de multitud de curiosidades, como los soplaos, las corrientes de aire naturales que provocan la aparición del hongo Penicillium roqueforti, fundamental para la maduración característica del queso. Después del recorrido por esta cueva natural de maduración semejante a las que se localizan en el entorno de los Picos de Europa, hay una proyección audiovisual para acabar degustando el sabroso queso.